Ayer mis hijos insistieron en ir a la última sesión para ver las aventuras y desventuras de su mago favorito. Como madre y supongo que como muchos de vosotros, me ha tocado tragarme la saga entera.
Según mi opinión es con mucho la peor de las películas del amigo Potter, soporífera en algunos momentos y larga a más no poder.
Bueno la cuestión es que todavía voy al cine con mis hijos, es una de las pocas cosas que me permiten hacer con ellos, ya sabeis, dos adolescentes que pasan de sus progenitores pero que siempre están dispuestos a que pagues sus gastos.
Según van creciendo hay pocas cosas que nos dejan compartir, la puerta de su habitación que antes siempre estaba abierta, ha pasado a ser peor que los controles en los aeropuertos.
El espacio que ocupaban muñecos de diversa índole ha pasado a ser un caos total, casi una zona en toque de queda.
Ropa por aquí, calzado por allá... y no se te ocurra protestar por el desorden, que como es su espacio vital, cualquiera opina .
En fin, tema apasionante este de los hijos, seguiremos tratándolo aunque nos lleve los demonios. Besos
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